El desprecio, en psicología y otras ciencias sociales, es una intensa sensación de falta de respeto o reconocimiento y aversión. El desprecio supone la negación y humillación del otro de quien se
pone en duda su capacidad e integridad moral. Es similar al odio, pero implica un sentimiento de superioridad. Una persona que tiene desprecio por otra mira a esta con condescendencia. La persona
despreciada es considerada indigna. El desprecio puede estar relacionado con sentimientos de indignación y amargura.
Este desprecio puede darse a través de insultos o calumnias y también a través de comportamientos, gestos o actitudes. Según explica el psicólogo Richard Wiseman, la vida carece de sentido cuando
el desprecio logra destruir la confianza en sí mismo y la curiosidad por profundizar en el conocimiento y el amor de los demás.
Las consecuencias del desprecio son las siguientes :
El desprecio activa las mismas áreas del cerebro que se ponen en funcionamiento cuando experimentamos dolor físico. Es por ello que el desprecio duele tanto. De hecho, para
probar esta teoría, se proporcionó Tylenol (paracetamol) a una serie de personas, a las que posteriormente se las pidió que recordasen una experiencia de rechazo que les hubiera marcado. Los
participantes que recibieron la dosis experimentaron un dolor emocional más pausado que aquellos a los que no se les proporcionó el medicamento. Así pues, sé consciente de esta realidad
neurológica cuando creas que el dolor te está superando: está todo en la cabeza y en ti la capacidad de no permitirle tener un efecto tan negativo en ti.
El dolor del desprecio tiene mayor capacidad de subsistencia en el tiempo que el dolor físico. La memoria es capaz de recordar a la perfección el sufrimiento que experimentamos
en el pasado al ser despreciados. De ahí la importancia de aprender a hacerle frente a este sentimiento y superar sus consecuencias. De otro modo, el cerebro evocará cada detalle de ese momento
cuando se sobrevenga una situación similar.
El desprecio pone en riesgo nuestra sensación de pertenecer. Es un verdadero desestabilizador de nuestra parte social, de ahí que, cuando se experimenta el desprecio, la
reacción inmediata e instintiva es alejarse y poner barreras a los nuevos que llegan (e incluso a los que se quedaron). Rodearse de seres queridos, reconectar con ellos, y buscar personas con las
que se compartan afinidades y valores, que nos acepten como un igual, ayuda a calmar el rechazo y sobreponerse a él.
Fomenta la ira y la agresividad. Según un informe de 2001 del servicio público de sanidad de Estas Unidos, el desprecio era la principal causa de la aparición de un
comportamiento violento entre los adolescentes, más incluso que la droga, la pobreza o las malas compañías. A pesar de los datos, el desprecio no es una justificación válida para herir con tu
enfado o tu agresividad al resto de personas que te rodean o que quieren acercarse a ti, y que nada tienen que ver con lo que has experimentado. Esta forma de entender el dolor impide seguir
adelante y superar el pasado.
Destruye la autoestima. El desprecio fomenta la aparición de una sensación de culpabilidad desacerbada. Las personas, especialmente cuando se enfrentan a una negativa amorosa,
tienen a culparse a ellas mismas y a flagelarse emocionalmente de forma excesiva. Esta actitud solo provoca que superar el trance y el posterior abatimiento que nosotros mismos hemos provocado,
resulte una tarea el doble de complicada que en un primer momento.
Desciende temporalmente el coeficiente intelectual. Diferentes estudios han coincido en afirmar que el desprecio merma el coeficiente intelectual de la persona, la memoria a
corto plazo y la capacidad de tomar decisiones. Es decir, somos incapaces de pensar con claridad cuando nos han despreciado. No te abrumes, por lo tanto, cuando te invada la frustración y el
desconcierto (además del dolor) después de sufrir el desprecio de otros. Date un tiempo prudencial, pero sin perder de vista el objetivo: coger fuerza de nuevo y darse al mundo.
Conclusion, el empleo del término “desprecio” como forma de expresar un elemento subjetivo de los tipos penales choca , potencialmente al menos , con el mandato determinado de los tipos penales ,
en la medida en que resuelta extremandamente dificíl determinar conforme al uso ordinario del lenguaje la interpretación que ha de hacerse a dicho término.
Paola Resa - 2º BCT